Entrevista para PEPLA
Javier Pericacho asistió al III Foro de la Plataforma por la Educación Pública Libre de Alcalá de Henares (PEPLA), él es un experto en pedagogías alternativas y su implantación en el sistema educativo.
PEPLA: ¿Qué sucede en la escuela? JP: Intentar contestar a esta pregunta me llevaría más espacio del que seguro estoy permitido. Resumiendo: Lo que demos a los niños en las escuelas, los niños darán a la sociedad de adultos. Actualmente se imponen nuevos problemas: cultura mundo, globalización económica, procesos de desencantamiento democrático, contradicciones propias de las sociedades del “hiperconsumo”, etc. Procesos sociales, políticos, culturales, ambientales… que generan nuevas realidades. El siglo XX fue decisivo en el desarrollo y extensión de la escolarización y el modelo actual de escuela en los países industrializados. De esta forma, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se solucionan, casi en su totalidad, los graves problemas cuantitativos de escolarización que se arrastraban. Sin embargo, hoy día se imponen nuevos problemas, pero esta vez de carácter cualitativo. Puesto que todos los alumnos tienen garantizado un puesto escolar, de lo que se trata ahora es de asegurar que la escuela responda a las necesidades reales de los alumnos y a la complejidad de la sociedad. Es decir, se ha pasado de problemas cuantitativos a problemas cualitativos. Una vez asegurado una mesa, una silla y un profesor a cada alumno debemos asegurar una educación integral de calidad. La escuela debe educar en la vida, no para la vida como señalaba Dewey.
Haciendo un juego de palabras, seguimos manteniendo una escuela del siglo XIX, con profesores del siglo XX y alumnos con problemas del siglo XXI. El estancamiento metodológico de la escuela y los procesos que se desarrollan en ella se pone de manifiesto fácilmente al advertir las altas tasas de abandono escolar temprano que tenemos en España (duplicando la media de la Unión Europea), o al observar la gran evolución del resto de sectores que la rodean. Basta con examinar el progresivo avance experimentado en otros campos: medicina, química, tecnología, psicología, física, informática, biología, cocina, arte, fotografía, periodismo, etc.
Se ha normalizado el aburrimiento y la desafección de los alumnos. En referencia al estancamiento metodológico del modelo de escuela tradicional, hace tiempo escuché a un profesor a punto de jubilarse lo siguiente: “algunos niños salen adelante a pesar de la escuela, no gracias a ella”. Evidentemente algo estamos haciendo mal en edades tan importantes y fundamentales para el correcto desarrollo de la persona. Algo hemos perdido en el camino. La escuela es, junto con la familia, la institución más importante para el desarrollo integral del niño. Es una institución fundamental. Quizás habría que recordar aquel juego de palabras: dime y olvido, enséñame y recuerdo, involúcrame y aprendo
PEPLA:¿Qué crees que podría mejorar en la escuela? JP: La escuela debería ir por delante o al menos paralela al ritmo de las sociedades. Debemos potenciar el desarrollo de un currículum con sentido que permita enraizar y relacionar. No procesos de enseñanza y aprendizaje estáticos que parten de una concepción bulímica de la escuela con el conocimiento donde no se permite la digestión lenta y profunda del saber y lo único que se valora para evolucionar es una prueba memorística. Ni educador ni educando deberían sentir jamás que arrojan su tiempo a la nada. El modelo de escuela tradicional aburre al alumno y en muchos casos desgasta y desmotiva al profesorado de calidad. Para la educación integral del alumno, es difícil pensar que haya un libro más fructífero que la vida misma o un estado de ánimo mejor que la alegría. Quizás, al contrario de lo que se piensa, menos sea más. La enseñanza que deja huella no es la que se realiza de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón. Uno no educa en lo que quiere, educa en lo que es. Desde nuestro desempeño laboral como educadores debemos ser ejemplo de coherencia, revisar a fondo los esquemas teórico-prácticos en los que hemos sido formados y en los que cobra sentido nuestra cotidianidad. Reivindico la figura del maestro, del maestro implicado, ocupado y preocupado en generar una educación con mayúsculas. En definitiva, en consonancia con los consejos de todo tipo de informes e investigaciones educativas nacionales e internacionales, debemos promover una escuela más activa y significativa en su metodología, participativa en su dinámica interna y abierta en su relación con el medio.